Observamos a un Sol radiante que domina el primer plano de la carta. Este Sol muestra una cara humana seria y serena, pero sobretodo firme, a diferencia de la carta anterior que se muestra pensativa, reflexiva. Debajo de él se aprecia unos girasoles igualmente fuertes y floridos. Una niña inocente, coronada de flores y despojada de sus vestiduras, monta un bello caballo. LLeva en su mano izquierda una bandera de color rojo que evidentemente contribuye a potenciar la configuración energética de la carta. Esta niña se muestra en actitud de alegrÃa, apertura y soltura. Probablemente el muro que antecede a la infante sea parte de una fortaleza que le rodea y protege, asegurando de esta manera la confianza plena que intentan trasmitir todos los elementos de la carta. Siendo asÃ, indudablemente esta carta está llena de energÃa y vitalidad (El Sol resplandeciente, los girasoles radiantes, la trasparencia y frescura de la infancia y la vitalidad del caballo). Su presencia no puede hacer otra cosa que augurar buenos presagios. Quizás por esto los especialistas no dudan en afirmar que esta carta siempre habla de buenas cosas y de un "si" conclusivo.
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